Cansado de tropezar me asomé al balcón de mi pasado
y eché un vistazo a la gente que pasaba sin mirar mirando
por allí vi árboles con pájaros más libres que los de hoy
y vi una luna lunera y la luz de aquel farol
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en el bar de la nostalgia de la esquina de mi barrio
te vi con un café en mano por la ventana del recuerdo
y qué amargo chiquita ese sorbo tan profundo
y no me llores Magdalena no me llores que me hundo
entre el viejo paraíso y el quiosco de la utopía
donde antes compraba sueños y siempre al pagaré
vi al mismo anciano de siempre con su chaleco azul oscuro
que me obligó a cerrar los ojos y recordando recordé
a la vecina de ojitos claros menudita pero entera
tocando a la puerta blanca a las veinte para las seis
con su canasto de mimbre vendiendo canciones vascas
y de Santurce a Bilbao sus sardinas frescué
oí el ladrido de un perro que me estrujó el alma intranquila
y a pocos metros la vi a la dálmata manchada
y me pidió con su cola alegre que no la extrañase tanto
que los perros van al cielo y ahí nunca les falta nada
por la avenida vi a mis héroes de la infancia en un desfile
cargando los estandartes como lo hacía yo en la escuela
al frente iban tres caballos sonriéndole a la gente
y atrás en la retaguardia caminando las maestras
quizás fue el viento de otoño o la bruma del invierno
que trajo a mi mesa amigos que ya no tocan a la puerta
o habrá sido el roce tibio de los abriles dormidos
que se coló por las rendijas de mi esperanza muerta
entre las hojas secas vi fotos de las casas en que vivía
y entre las nubes pasar aviones que alguna vez me hicieron viajar
al cordón de la vereda guitarras bailando con partituras rotas
y finalmente en mis manos el reloj las seis en punto golpear
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quién sabe vuelva mañana a pasearme por el balcón
para borrarle cruces a días que ni recuerdo haber tachado
quién sabe vuelvas mañana con tu café un poco más dulce
y con un beso frío me ahogues en el néctar de tus labios…
Qué te puedo decir después de esa?
ResponderEliminarMe encantó! Cuando sea grande quiero ser como vos, Juan.
Leyéndote me dan ganas de desistir de mis escribiduras. Jeje.