jueves, 30 de diciembre de 2010

Nuevo día


Abre las cortinas y que entre el sol de la mañana

que barra el aire viciado de la noche oscura y fría

que se escurran por ventanas los cantares de las aves

e inunden la casa vieja de fresca melancolía.

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Abre todas las puertas rotas y que entren los amigos

que partan el pan con ganas y compartan el vino

nadie debe quedar afuera porque nace un nuevo día

nadie debe olvidar hermano que compartir nos da la vida.

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Destapa el techo de chapa y que se cuele el viento fresco

y que si hay lluvia que nos moje, que la lluvia limpia el alma

de amores que no lo fueron y sinsabores muy amargos

y la deja nueva y pura como el lucero muere al alba.

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Tira afuera todas tus llaves y rompe todos los candados

que nadie debe estar preso en su humilde morada

pues no hay peor ladrón que el sucio miedo a ser robado

ni nada más injusto que una vivienda enrejada.

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Quita el polvo de la alfombra y pon algunas flores nuevas

Querida, que es primavera, y si es otoño que no falten

algunas hojitas secas en la mesita de noche

y si es invierno prende el fuego y que los leños nos canten.

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Reza mucho y pide poco y no te quejes demasiado

que si miras con cuidado verás a tu alrededor

que gratis y sin impuestos otro día se te ha dado

respira profundo y lento. Y dale gracias al Señor.

Desfile de las memorias


Cansado de tropezar me asomé al balcón de mi pasado

y eché un vistazo a la gente que pasaba sin mirar mirando

por allí vi árboles con pájaros más libres que los de hoy

y vi una luna lunera y la luz de aquel farol

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en el bar de la nostalgia de la esquina de mi barrio

te vi con un café en mano por la ventana del recuerdo

y qué amargo chiquita ese sorbo tan profundo

y no me llores Magdalena no me llores que me hundo

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entre el viejo paraíso y el quiosco de la utopía

donde antes compraba sueños y siempre al pagaré

vi al mismo anciano de siempre con su chaleco azul oscuro

que me obligó a cerrar los ojos y recordando recordé

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a la vecina de ojitos claros menudita pero entera

tocando a la puerta blanca a las veinte para las seis

con su canasto de mimbre vendiendo canciones vascas

y de Santurce a Bilbao sus sardinas frescué

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oí el ladrido de un perro que me estrujó el alma intranquila

y a pocos metros la vi a la dálmata manchada

y me pidió con su cola alegre que no la extrañase tanto

que los perros van al cielo y ahí nunca les falta nada

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por la avenida vi a mis héroes de la infancia en un desfile

cargando los estandartes como lo hacía yo en la escuela

al frente iban tres caballos sonriéndole a la gente

y atrás en la retaguardia caminando las maestras

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quizás fue el viento de otoño o la bruma del invierno

que trajo a mi mesa amigos que ya no tocan a la puerta

o habrá sido el roce tibio de los abriles dormidos

que se coló por las rendijas de mi esperanza muerta

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entre las hojas secas vi fotos de las casas en que vivía

y entre las nubes pasar aviones que alguna vez me hicieron viajar

al cordón de la vereda guitarras bailando con partituras rotas

y finalmente en mis manos el reloj las seis en punto golpear

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quién sabe vuelva mañana a pasearme por el balcón

para borrarle cruces a días que ni recuerdo haber tachado

quién sabe vuelvas mañana con tu café un poco más dulce

y con un beso frío me ahogues en el néctar de tus labios…

miércoles, 29 de diciembre de 2010


POBRE MIOCARDIO

Sin querer queriendo, y entre el sueño leve,

hoy me puse a limpiar viejos cajones del miocardio;

en uno bajo llave encontré una foto tuya

que creía ya perdida hace más de algunos años

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Me decidí entonces entre insomnios de verano

a escuchar en mi mente aquella balada nuestra,

tan nuestra, y tan triste, que me desgarró un suspiro

que se escapó insolente y le ganó la apuesta;

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a este miocardio herido que nunca se ha curado,

que ya no late con fuerzas como lo hacía antes de verte;

a este miocardio bobo que fue a la guerra en noviembre

con un tenedor de lata y puras ganas de ganarle

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la guerra de los amores rotos a tu miocardio acorazado,

ya viejo veterano en las artes del olvido…

y entre sus ciencias milenarias y tu perfume de siempre

le dio un latigazo al viento, y con un beso, lo venció.

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Y así quedó, pobre miocardio, con una bala entre las sienes,

desahuciado y medio lerdo en la batalla del primer amor,

mas con manotazo de ahogado lo salvé de desangrarse

y que haga reposo eterno, para aliviarle este dolor.

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Todavía con crisis de pánico le dieron el alta en julio,

y ya pasaron tres años desde que le amputaron el honor.

Dígase que es fuerte el pibe y otra vez anda peleando,

con un poco menos de miedo,

pero aún a punta de tenedor…