viernes, 30 de abril de 2010

Amiga con Capital









se dice por ahí,

que las de tacos y los de cinto

vivimos en dos planetas bien distintos…

-

yo esto no se lo niego, señor,

somos como agua y aceite,

poco tenemos que ver…

¡se lo acepto, no me rete!

-

pero su señoría, su señoría…

si usted supiera lo que siento

entendería un poco,

y si no, mucho lo lamento

-

déjeme contarle mister,

acérquese que le cuento,

sobre cuánto vale una Amiga.

pero guárdelo en secreto.

-

le cuento que Ella vale

lo que no valen mil amigos…

es una Hermana, ¿sabe?

Hermana de sangre, digo.

-

si usted supiera signore,

las cosas que juntos hicimos…

¡qué parrandas y qué noches!

¡hasta la siesta juntos dormimos!

-

ojo, ¡no me malinterprete!

esta es Amiga de fierro…

de esas por las que uno

faltaría hasta a su propio entierro.

-

son años, monsieur, entienda,

las vueltas de la vida nos unen,

son páginas de vida comunes,

cariños que no están en venta.

-

ja! si tan sólo usted supiera,

sociedad careta y buchona,

lo que vale para un hombre

la amistad de esta Campeona…

-

de esta Guerrera infranqueable,

de este Pilar de mi historia,

de esta Soñadora indomable,

cuya imagen yace en mi memoria

-

con ternura tal cual Niña:

Niña hermosa, Niña Amiga,

Amiga de todas las horas

en las grises, crudas,

en las horas lindas.

Ella es de esas que te caen

en tu puerta sin demoras.

más diestra que caballero

más firme que el mismo cuero.

-

ahora sí.

le pido que me oiga seu,

y que la cara me venga a ver,

atrévase usted a decirme,

que no existe la amistad

entre el hombre y la Mujer.

To my Gran / A mi Abu



















(English version)

You’ve taught me,

that no matter how high

the mountain might be,

we’ll always find the strength

within our hearts, to go uphill.

You’ve always taught me,

that no matter how long the journey is,

it always starts with a first step

and the will and courage to follow our dreams.

You’ve recently taught me,

that no matter how old we are,

we can always be the bond

that will bring a whole family together…

You’ve also taught me

some French…

and you’ve helped me with

my English

you’ve helped me

in so many ways…

I’ve tried to be your reflection,

You’ve always been my best image…

Because you are the person in which:

4 sons have found their strength

10 grandchildren have found a friend

and your friends… let’s not even count your friends!

Unfortunately dear Granny,

you haven’t taught us yet

how to live without you.

We still need you

so much!

We need your company,

and your smile!

You still owe us

so many moments together,

so many stories

and so many trips!

that I have to ask you:

First of all, never ever change

remain just the way you are: unique and refined

Secondly, keep always teaching us

to live our lives just like you!

Relishing with life itself,

getting the most out of everything:

good or bad

happy, or sad…

And finally,

please, please, stay here for a little longer!

Let us enjoy the privilege of your company,

for many, many years to come!!!

For you could never imagine, Abu,

how lucky I’ve been,

to proudly call you:

my ‘Gran’.


(versión en español)

Me enseñaste

que sin importar cuan alta

pueda ser la montaña,

siempre encontraremos la fuerza

dentro de nuestros corazones, para ascender.

Siempre me has enseñado

que no importa cuan largo sea el viaje,

siempre comienza con un primer paso

y la voluntad y el coraje para seguir nuestros sueños.

Recientemente me has enseñado

que, sin importar cuan viejos seamos,

siempre podemos ser el lazo

que una a una familia entera.

También me enseñaste

algo de francés,

y me has ayudado

con mi inglés…

Me has ayudado

de tantas formas…

He intentado ser tu reflejo,

y tú has sido mi mejor imagen…

Porque eres la persona en quien:

4 hijos han encontrado su fortaleza,

10 nietos han encontrado a una amiga,

y tus amigos… ni contemos a tus amigos!

Desafortunadamente querida Abu,

no nos has enseñado aún

cómo vivir sin ti.

Todavía te necesitamos

tanto!

Necesitamos tu compañía

y tu sonrisa!

Aún nos debes

tantos momentos juntos,

tantas historias

y tantos viajes!

que tengo que pedirte:

antes que nada: nunca, nunca cambies

seguí siendo como sos: única y refinada

Además, seguí siempre enseñándonos

a vivir nuestras vidas como tú!

regocijándose con la vida misma,

sacando lo mejor de todo:

bueno o malo,

alegre, o triste…

Y finalmente,

por favor, por favor, quedate entre nosotros un ratito más!

dejanos disfrutar del privilegio de tu compañía,

por muchos, muchos años que vendrán!!!

Porque nunca podrías imaginarte, granny,

cuan afortunado he sido,

de poder llamarte con orgullo,

mi ‘abu’.

jueves, 29 de abril de 2010

Ayer aprendí /


Ayer trabajando aprendí,

que nuestros sueños sí se cumplen,

que el esfuerzo da sus frutos.

-

Aprendí a creer ciegamente en la verdad,

a jamás darme por vencido,

a luchar para lograr mis metas…

Aprendí a aferrarme a lo que quiero.

-

Aprendí que mis manos,

son más útiles de lo que creía,

pero aprendí también,

que más lo son aún,

si las coloco junto a las tuyas.

-

Aprendí a pasar la tarde en vela,

y las noches soñando despierto.

Aprendí a avanzar al horizonte,

aunque este se me aleje…

Al final, estoy caminando…

-

Ayer trabajando descubrí,

que nunca estamos solos…

Descubrí que estar con un niño,

era la mejor de las compañías,

y que el poder ayudar a otros tantos,

era el mejor de los regalos…

-

Y descubrí el significado,

de darse por completo,

de amar a un desconocido,

de luchar por lo que creo.

-

Descubrí en una antorcha,

la luz de la alegría,

un rayo de esperanza…

Y descubrí en un extraño,

la esencia del amor de Dios.

-

Ayer fue un día,

de esos tantos maravillosos,

de esos que valen la pena…

-

Fue uno de esos días,

en los que mirando al cielo,

agradezco a la vida,

ser Scout…

El despertar


No me busques

que aún tenemos tiempo

de borrarlo todo

y empezar de cero.

-

No me llames

no me insistas, ruego

parte este verano

si ese es tu deseo…

-

¿Por qué insistes?

¿Que no te das cuenta

que si hubo una ida

siempre habrá una vuelta?

-

¿Que las ilusiones

nos hacen humanos?

¿Que es como una daga

el frío de tus manos?

-

…de tus manos suaves;

de tus manos tersas;

de tus manos dulces,

que en mis labios queman…

-

¿Por qué insistes?

¿Por qué no me dejas?

Vuela hacia otros nidos

Nuevos tiempos,

nuevas tierras

-

que acá sembraste un otoño

de hojas tristes y secas;

un otoño que se me hace invierno

que me agobia,

y que congela…

-

Un invierno que no se acaba

y que no promete primaveras,

primaveras que sólo veré,

el día que ya no te quiera.

No me busques,

-

ya no queda tiempo

ya no queda nada.

Ya por ti no espero…


Alvin, the seagull


Once upon a time there was a blue seagull. A distant uncle told me the story of Alvin on one of his many trips to Uruguay.

Alvin, the seagull, wasn’t actually blue. He had the abilities of a chameleon; he could blend in with the colours of his surroundings. Sure enough, it wasn’t long until everyone knew him as the blue seagull, since he would restlessly sail the sea from daybreak behind the rocky cliff until the sun landed hidden by the harbour, borrowing from the sea his indigo tones.

This uncle, very dear to me yet little did I get to know him, told me a certain time that Alvin used to live on the Island of the Seagulls, although seldom was he seen on firm land, for he belonged to the sea.

Uncle Richard also told me not to mistake Alvin with the seagulls from other stories. He told me Alvin had nothing to do with a certain Jonathan Livingston –Seagull was his surname and very famous his cause-, but they did share their chase for personal growth.

Alvin lived –or still lives- a quite ascetic life. He would fly in the mornings and he would fly at sunset, and despite what you may believe, this seagull wasn’t very fond of heights. My uncle says he once told him: “Why would I want to fly high, if I can just fly away?” That was his motto: horizontal movement above all vertical raise.

Whenever we –humans, bugs from the land- dream of having wings, we imagine ourselves soaring through the clouds and flying up in the skies, just like Jonathan Livingston did.

Alvin always said how much he loved being near the sea, feeling the breeze and that scent of freedom, the freshness of water droplets when the waves shatter into crests of greenish foam, or when the roar of the mighty ocean strikes the rocks in the shore and a salty air fills the world.

Flying low was what allowed him to know so much: he travelled in every single direction and to every cape. I was told Alvin was pretty amorous: -A seagull of seaport affairs- my uncle would say. In every port and every dock he had a female little seagull who knew his name. And so he acquired the reputation of a lover, a reputation that could never fill that portion of his existence, for the bow of some big ship took away the only seagull he ever truly loved.

Despite it all, Alvin sailed on and on; he explored every cove and knew every islet, he loved every breeze and tasted the waters of every sea. The one and only thing bigger than his curiosity was his willpower.

Everybody used to think Alvin would end up ‘big screen’: devoured by some ferocious shark in the coasts of the great continent, or with his heart ripped off by the harpoon of some old fisherman in the misty sea of some distant land. And yet it was quite unlike that.

-He just vanished into thin air-, my uncle tells me. He says Alvin realised that his journey across the seas of this world was finally coming to an end. It is said on the Island of the Seagulls that one summer Alvin announced his ultimate departure. So one day at nightfall he took off heading south. It was one of those flights he used to like so much: low and peaceful, flapping just a metre above the surface, feeling the scents of the twilight and admiring the gleaming colours of his natal river. It was one of those flights with no way back. Nobody has ever heard of Alvin again…

I like to think –I tell my uncle- that Alvin flew on and on until he began to fade away. That he flew on and on southwards until little by little and with every flap he started to merge with the landscape -in a silvery-blue journey-, with the calmness of the ones who have lived their way. I tell my uncle that I truly believe that’s the way Alvin left us, for that is the exact way I would like to leave.

miércoles, 28 de abril de 2010

Alvin, la gaviota


Érase una vez una gaviota azul. Un tío lejano, en uno de sus viajes de visita al Uruguay, me contó la historia de Alvin.

Alvin, la gaviota, no era en realidad azul. Sino que tenía la propiedad del camaleón; ésa de mimetizarse con los colores de su entorno. Claro está, no pasó mucho tiempo hasta que todos lo conocieron como la gaviota azul, porque desde que amanecía atrás del gran peñasco de roca hasta que el sol aterrizaba escondido por el puerto, Alvin navegaba sobre el mar sin descanso, y de éste tomaba prestados sus tonos índigos.

Este tío, querido tío mío aunque poco lo conocí, me contó en una ocasión que Alvin vivía en la Isla de las Gaviotas, pero que poco se lo veía en tierra firme, pues él era gaviota de mar.

También me dijo el tío Richard, que no fuera a confundir a Alvin con otras gaviotas de otros cuentos. Me dijo que nada tenía que ver con un tal Juan Salvador, Gaviota de apellido y famoso por su causa, salvo en su afán compartido de la superación personal.

Alvin vivió –o vive- una vida bastante ascética. Volaba de mañana y volaba cuando se ponía el sol. Y pese a lo que puedan creer, a esta gaviota no le gustaban las alturas. Dice mi tío que una vez le dijo: “Para qué llegar alto si se puede llegar lejos”. Ésa era su divisa: el movimiento horizontal por sobre todo ascenso vertical.

Uno mismo –humano, bicho terrestre-, cuando sueña con tener alas, se imagina remontando las nubes y surcando los cielos, como lo hizo Juan Salvador.

Alvin siempre decía que le gustaba la proximidad al mar, sentir la brisa y ese aroma a libertad, esa frescura de las gotitas de agua cuando rompe el oleaje formando crestas de espuma verdosa, o el rugido del océano que rompe en las rocas de la costa e impregna de salitre el mundo.

Volar bajo y lejos fue lo que le permitió conocer tanto: viajó en todas las direcciones y hacia todos los cabos. Me contaron que Alvin era bastante enamoradizo: -Una gaviota de amores de puerto- solía decir el tío. En cada puerto y en cada muelle tenía una gaviotita que conocía su nombre. Así obtuvo fama de galán, fama que nunca pudo llenarle esa parte de su existencia, porque a la única gaviota que le arrebató el alma y la mente se la llevó la proa de algún barco de buen calado.

Pese a todo Alvin navegó y navegó, exploró cada ensenada y conoció cada islote, amó cada brisa y saboreó el agua de cada mar. Lo único mayor que su curiosidad fue su determinación.

Todos creían que Alvin terminaría sus días al estilo de la gran pantalla: devorado por algún feroz tiburón en la costa del gran continente, o con su corazón atravesado por el arpón de un viejo pescador en el brumoso mar de alguna lejana tierra. Y sin embargo no fue así.

-Se desvaneció en la nada-, me cuenta el tío. Me dice que él supo darse cuenta que su viaje por los mares de este mundo iba llegando a su fin. Dicen, allá por la Isla de las Gaviotas, que un verano anunció su partida definitiva. Y que un atardecer emprendió un vuelo en dirección al sur. Un vuelo de ésos que le gustaban tanto: sereno y al ras, aleteando a un metro de la superficie, sintiendo los aromas del crepúsculo y admirando los relucientes colores de su río natal. Fue un vuelo de ésos que se sabe no tienen retorno. Nadie nunca más volvió a saber de él…

A mi me gusta pensar, le cuento al tío, que voló y voló hasta que comenzó a esfumarse. Que Alvin voló y voló hacia el sur hasta que poco a poco, con cada aleteo, se fue fundiendo en el paisaje, en un viaje azul y plateado, con la calma de quien ha vivido a su manera. Le digo al tío que creo que fue así que se fue Alvin, porque es así que me gustaría irme a mí.

Quilombo


Escribo porque quiero las palabras son un juego los sentidos me engañan tus sonrisas me matan tus manos me tiemblan las piernas te adoro como el sol te escondes como una gata me buscas de todas formas te niego aunque me duela te alejo en mi puerta te encuentro solitaria me dices ponele algún puto punto a este quilombo de cicatrices -

Soneto en pausa

-Esta noche te pusiste linda,

linda como la misma noche,

que te guía sin reproches

por una calle sin salida

-

Esta noche te pusiste blanca,

blanca como esta inmensa luna

que me despoja de toda cordura,

si en blancos tonos me encanta

-

Esta noche me miraste distinto.

Mis sentidos tu voz afecta

y no le puedo encontrar la causa

-

Tráiganme ya un buen tinto,

que esta es la noche perfecta

para apretar el botón de pausa.