miércoles, 16 de junio de 2010

Un inglés en Montevideo


Sir John Scott llegó a Uruguay apenas pasado el mediodía. Le llamó la atención, cuando su avión aún se encontraba en ruta de aproximación, el oír a los pilotos de PLUNA decir en un inglés más bien rústico que se habían suspendido las comunicaciones con la torre de control. En cambio, procederían a sintonizar una radio que, si mal no escuchó, se llamaba Sport 890.

Mayor aún fue su sorpresa al aterrizar en la pequeña nueva joyita aeroportuaria de Carrasco. Se encontró un aeropuerto virtualmente desierto, con un por demás bajo número de personal en los puestos de check-in y migraciones. Sir Scott confirmó lo anormal de la situación cuando entró al sanitario: el papel higiénico era sky-blue

Al salir de la terminal de arribos las irregularidades continuaron. Descubrió que no sólo no había taxis o remises, sino que los buses pasaban de forma sumamente intermitente y portando una bandera uruguaya al frente. Todo indicaba que era un día festivo, probablemente la conmemoración de la declaratoria de la independencia o algo por el estilo… Y sin embargo todos en el ómnibus, chofer y guarda incluidos, llevaban puestos un par de auriculares.

No sino tras varios percances logró Sir Scott llegar al Hotel Sheraton, donde, ya sin sorprenderse demasiado, encontró la recepción despoblada. Fue entonces que decidió comenzar una carta a su esposa en Londres, escribiendo lo que humildemente traduzco a continuación:

Wednesday 16th June, 2010

Mi querido pastelito de calabacín,

Mi recibimiento en este país sudamericano rodeado por gigantes ha sido, si se me permite, bochornoso. Al llegar a mi hotel he encontrado la recepción vacía, y luego he descubierto a todos los empleados sentados en las mesas del restaurante de la planta baja bebiendo lo que parece ser una infusión de hierba verde e hipnotizados frente a la pantalla LCD. Fue entonces que descubrí que a las 3.30pm comenzaba el partido de Uruguay en la Copa del Mundo (aunque temo decir, cariño, que pese a ser una ex-colonia nuestra, en Sudáfrica no son tan puntuales como en England, ya que, por lo que pude apreciar, el partido no comenzó sino hasta las 3.33pm).

Sumamente molesto y ofendido por la falta de atención hacia mi persona me decidí a dar una vuelta por el Shopping Centre. Y resulta que estaba cerrado. A primera vista, todo Montevideo parecía un pueblo fantasma. Las calles estaban desiertas… Sin embargo, no pasó mucho hasta que me percaté del paradero de los pobladores. Había concentraciones masivas de personas en los bares de cada esquina de la capital, y provenientes de las casas alcancé a oír murmullos y gritos aislados que se filtraban por las ventanas cerradas.

Sin saber qué hacer en mi tiempo libre opté por dirigirme a alguna iglesia a rezar, como tú bien sabes hago siempre que arribo sano y salvo a destino. En el camino comencé a dudar seriamente de mi buen juicio, puesto que podría jurar que un grupo de perros ladraban al unísono, no el guau guau como se estila en otros sitios, sino algo que más bien sonaba a for lán for lán. Hice de esto caso omiso, asumiendo que era algún efecto resultante del jetlag y de las copas que bebí en el vuelo. Así continué mi camino por las embanderadas calles.

No puedo negar que me resultó un tanto molesta la persistente imagen del mismo caballero en las publicidades de Claro, Oca, Santander, Abitab, etcétera, etcétera, etcétera. Me enteré hace un rato que se llama Lugano…

Cuando llegué a la iglesia se me vino el corazón a los pies. ¡Jamás había visto herejía semejante! En lugar de la imagen de Jesús en la cruz se encontraba un muchacho de pelo largo vistiendo una camiseta con el número 13, y en vez de la esperada inscripción de I.N.R.I pude apreciar que se leía L.O.C.O. (‘crazy’ en inglés). Los fieles habían desaparecido, el párroco estaba sentado con los pies apoyados sobre el altar escuchando la bendita 890 y en lugar del Vía Crucis se exhibían las diapositivas del gol que llevó a Uruguay a clasificar para Sudáfrica 2010. Irritado por semejante blasfemia resolví volver al hotel, donde quizás en mi habitación podría descansar.

Como si todo esto fuera poco, pude apreciar de regreso al Sheraton un comportamiento extrañísimo por parte de las hojas secas, que parecían caer de los árboles más lentamente que de costumbre, asomándose en el trayecto a las ventanas de los bares con la vaga esperanza de ver un gol en Pretoria… No cariño, no estoy perdiendo la cordura…

Imagino que no te extrañarás si te digo que cuando, finalmente acostado en la cama me disponía a ver algún film en la TV, tuve el desagrado de notar que el partido no sólo era trasmitido por los canales de aire, sino que también lo estaban pasando en todas las cadenas de TV: HBO, CNN, ESPN, Discovery Channel, Animal Planet, y ¡hasta en la BBC!

Lo que aún no me queda claro es si hoy se jugaba un partido de la primera ronda o la final de la copa, ya que los festejos posteriores al 3 a 0 con victoria uruguaya fueron por demás excesivos…

Cariño, en unas horas embarcaré de vuelta, esta vez en un confortante vuelo de nuestra querida British Airways. Y si bien no puedo afirmar categóricamente que mi español en esta jornada se haya visto perfeccionado, sí aprendí una frase que por aquí, si no me equivoco, equivale a nuestro “please”. Es algo así como: “soy celestey, celestey soy yo”

Yours,

John.

4 comentarios:

  1. Dedicado a todos los uruguayos que hoy vibramos con la celeste, en especial a mi gran amigo Alvarito que en 9 minutos cumplirá sus 19 años.

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  2. UN GRANDEEEEEE JUAANNNNNN!!!!!!.... al igual q URUGUAY!!!!!!!!

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  3. URUGUAY NOMAAAA!!! la celeste es lo mas grande que hay!! buena juan!

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  4. Brillante!!!!divertido, ingenioso, con un humor que adoro y con un "ingl'es" para no perder la costumbre...jeje
    Me encanta que tengas ese humor...
    beijinhosss y VAMO ARRIBA URUGUAY CARAJOOOOO!!!!!

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